Hola amable lector, es un
gusto volverlo a saludar. Hoy lo voy a invitar al cine, verá una película que
aún no se estrena, solamente existe la intrincada historia encerrada en mi
cabeza y a partir de éste momento, también en la suya. Como yo soy el productor
de la misma, me reservo el derecho de elegir a los actores. Póngase cómodo y
visualícese por un momento leyendo la presente columna. Poco a poco, su
ambiente se va transformando en una sala de cine espectacular, muy cómoda, como
la mejor sala de cine vip que conozca. Y mientras observa con atención la
pantalla, puede oler el delicioso aroma de palomitas de maíz recién hechas. De
pronto, la luz comienza a disminuir en intensidad mientras puede observar que
en la pantalla se proyectar algunas imágenes y escucha la banda sonora, ¡Corre
película!
La trama se desarrolla
durante las elecciones de un lejano país europeo en el año 2018, los roles
principales son dos: Un analista en comunicación no verbal que fue contratado
para descubrir la verdad por uno de los medios de comunicación opositores al
régimen (yo le daría el papel a Robert Downey Jr. El mismísimo Sherlock Holmes)
y una rubia y bellísima consultora en
imagen pública de profundos ojos azules (que tal Emma Stone) cuyo trabajo consistirá
en presentar al candidato oficial, como el ideal para ocupar la Presidencia (me
gustaría que fuera Leonardo Di Caprio, en un papel similar al lobo de Wall
Street). Nuestros personajes principales utilizarán todas las herramientas que
tienen a su disposición para alcanzar sus objetivos.
Durante la primera reunión, la consultora de imagen descubre que su
cliente tiene ciertos rasgos de psicópata, que sabe mentir muy bien, que
manipula a las personas y que le interesa solamente el poder y el dinero. También
hay ciertos datos que lo vinculan con el escándalo mundial de los Panamá Papers
ocurrido en el ya lejano 2016. Sin embargo su trabajo consistirá en hacerlo
pasar como un político decente (¿existirán?) y fabricará los estímulos necesarios
para convencer a la multitud de que voten por él. Se servirá de las técnicas
más recientes de la mercadotecnia política y de la Imagología para persuadir a
los votantes. Presentará lo mejor de él y ocultará en lo posible sus rasgos de
villano.
Por otro lado nuestro héroe,
el analista en comunicación no verbal, observará cada gesto que haga el
candidato. Se pasará horas allegándose de información, viendo videos, tratando
de definir una norma corporal, conociendo la esencia y la trayectoria del
político. El cuerpo revelará lo que las
palabras y las horas de asesoría ocultan. Una microexpresión facial, una
reacción fisiológica, una ligera variación en el tono de la voz. Sabe que los
indicios más sutiles, los más inconscientes, son los más importantes…
Obviamente a lo largo de la
historia los personajes principales se van a enfrentar en una encarnizada
batalla de conocimientos hasta que uno de los dos resulte ganador. En ésta
película no hay romance, aunque los dos protagonistas se sienten atraídos
poderosamente, la ética de sus disciplinas y el riesgo de revelar información
importante flota en el aire. Hay mucho en juego y ninguno quiere destruir su
reputación.
Aún no sé cuál es el final
de la película, no lo he escrito. Necesito informarme más para poder culminar
la historia. Lo único que sé es que los consultores en imagen pública se
parecen mucho a los consultores en comunicación no verbal. Los dos vivimos en
un mundo paralelo, estudiamos disciplinas similares, analizamos e interpretamos
a las personas y producimos estímulos, cada quien con objetivos muy
particulares, cada quien con sus metodologías. Sin embargo, comunicación es
imagen e imagen es comunicación.
Espero que le haya gustado
la película. Nos leemos pronto.