“En
éste mundo las casualidades no existen” Esa frase encierra una gran verdad y es de uno de mis libros favoritos, Demián de
Herman Hesse. Se lo recomiendo ampliamente.
Si
hablamos de lenguaje corporal también es muy válida. Cuando alguien toca con su
mano una parte del cuerpo, ese movimiento encierra todo un significado
inconsciente. Un simbolismo, que resultará muy obvio para algunos y muy
interesante para otros.
Para
muestra un ejemplo. La próxima vez que se presente con alguien intente lo
siguiente: Al momento de que esté pronunciando las palabras “yo soy…” dirija su
mano a sus piernas o a su antebrazo y verifique las reacciones que causa en los
demás. Su interlocutor seguramente captará la incongruencia. Lo calificará como
un tipo raro, locuaz o excéntrico. ¿Por qué sucede esto? Lo repito; cada parte
de nuestro cuerpo tiene un significado inconsciente. La región del yo, se
encuentra en el pecho. No está ni en el antebrazo ni en las piernas.
Por
eso, a partir de hoy, estudiaremos el mapa corporal del ser humano que le
ayudará a interpretar fácilmente la postura corporal de los demás.
Empezaremos
por el rostro. En ésta ocasión me refiero a los contactos que hace la mano con
cada parte de la cara y no a la expresión facial.
Primero
está la frente. La zona de la reflexión. Cuando el ser humano piensa su mano
inconscientemente se dirige hacia la cabeza, particularmente a la frente. Los
resultados de ésa reflexión los vamos a leer en la forma que toma la mano
cuando hace contacto. ¿la mano es un puño o está abierta y sin asomo de estrés?
Más
abajo se encuentran las cejas, en medio de lo que pensamos y lo que vemos. En
sus cejas las personas buscan captar imágenes o cerrar el acceso mental a las
mismas. La mano entonces puede tomar dos direcciones: Hacia el centro o hacia
la periferia del rostro.
Luego
siguen los ojos, que mandan y reciben mucha información. A través de los ojos
el ser humano percibe el entorno. Observa aquello que le interesa y abre
plenamente su ojo mediante un contacto de la mano con la mejilla, jalándola
hacia abajo. Pero también puede decidir cerrar ese canal sensorial cuando lo
que mira le resulta desagradable. Entonces la mano irá al párpado superior,
cuya función es, precisamente cerrar el ojo.
La
nariz del ser humano puede ser de dos tipos, inspirados en personajes de
novela. La nariz de Cyrano (de Bergerac) es la nariz que presiente, que se
anticipa, que sopesa y evalúa oportunidades. Es una nariz que está al servicio
del resto de los sentidos. Por otro lado tenemos a la nariz de Pinocho. Cuando
las personas ocultan algo en muchas ocasiones sufren de picores en la nariz
porque aumenta su volumen de sangre. ¿curioso no? ¿será que los escritores de
las citadas novelas hayan sido muy buenos observadores?, ¿será casual? Por
supuesto que no. Simplemente es la naturaleza humana.
En
la boca leemos la disposición que tenemos para comunicarnos o no. Una boca
cerrada es hermética. La persona que cierra la boca no desea comunicarse, se
siente fuerte y por eso evita el dialogo. Una boca abierta revela la
disposición por comunicarse. También hay que tomar en cuenta que labio toca la
mano. El labio superior representa las palabras más elevadas, los ideales. El
labio inferior representa las palabras materiales, sensuales o banales.
Por
último están las orejas. En ellas leemos la reacción que causan las palabras
que escuchamos. Si las orejas pican las palabras molestan y la mano rascará la
oreja. Pero también hay palabras que son miel para las orejas; la mano entonces
acariciará dicha parte del cuerpo.
“Cuando
observas atentamente a un ser humano acabas por saber más de él, que él mismo”.
Si mal no recuerdo también es una frase de Demián. Hasta la próxima ocasión.
es un placer tener contacto con usted profesor Enrique y seguir sus consejos, pero mejor a+un aplicar los conocimientos que usted ha compartido con su servidora, una felicitación por su labor
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